Sólo insectos con mandíbulas muy poderosas podrían haberse
alimentado de la sangre de los dinosaurios, pero todo indica que algunos lo
lograron, según un nuevo estudio.
Científicos en China hallaron fósiles de animales de 165 millones de años con
una morfología similar a las pulgas modernas, aunque su tamaño era
aproximadamente diez veces superior.
Bebedores de sangre
El insecto tenía garras que le permitían subir por los cuerpos de los
dinosaurios y sujetarse.
Es probable que los insectos jurásicos cuyos fósiles fueron hallados en
Mongolia sean los ancestros de las pulgas modernas, aunque más probablemente
pertenecieron a un linaje separado y ahora extinto.
Los fósiles son de las especies Pseudopulex jurassicus y Pseudopulex magnus, y
tenían cuerpos chatos, similares a los de una chinche o garrapata, además de
garras con las que podían escalar la piel rugosa de los dinosaurios y sujetarse
mientras extraían su sangre.
Las pulgas modernas tienen cuerpos más compactos y antenas cortas y pueden
moverse con facilidad entre los pelos o plumas de sus víctimas.
Todas las pulgas están adaptadas a alimentarse de la sangre de vertebrados de
sangre caliente. Hoy en día el 94% de las más de 2.000 especies conocidas
atacan mamíferos y el resto se alimentan de la sangre de aves.
Pero las características inusuales de los fósiles, incluyendo la probóscide y
las garras, es lo que ha llevado a los científicos a creer que sus víctimas
eran animales de gran tamaño.
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