07 de Marzo Río+20, la
larga marcha del medio ambiente
A pocos meses de dar inicio, la cumbre Río+20, dos décadas después de la cumbre de la Tierra,
que se realizó en esa ciudad brasileña,
debe poner la semilla para un nuevo modelo de desarrollo, porque el viejo dejó de funcionar, dijo en Bs
As el coordinador residente de Naciones Unidas en Argentina, Martín Santiago.
Es que el concepto de
desarrollo sostenible, que se incubó en 1987 en el denominado Informe
Brundlant, transita el camino de la generosidad, al declarar que se trata de “satisfacer las necesidades del presente sin
comprometer la posibilidad de que las generaciones futuras satisfagan las
suyas”.Nada más lejos que el actual sistema en decadencia del capitalismo financiero especulativo y el
llamado pensamiento neoliberal, que se
basa en el consumo por el consumo mismo y en unos métodos de producción extractivistas que buscan únicamente el lucro.”Este sistema ha generado una crisis económica y social sin
precedentes. La globalización trajo estos graves problemas”, señaló el
funcionario de la ONU. Río+20 tendrá
la traza que le han impuesto los países de América Latina a sus políticas
económicas y la inclusión social, que permitió sacar a unas 500 millones de personas
de la pobreza.Es una cumbre para armonizar los tres pilares del concepto
de desarrollo sostenible: el derecho económico, el derecho ambiental y la
inclusión social.”En tal sentido, para el gobierno brasileño -país anfitrión-
es central la participación de la sociedad civil”.Para llegar a estas instancias, el zigzagueante camino
recorrido por el concepto de desarrollo sostenible, tuvo aciertos y errores,
avances y retrocesos.Desde la primera reunión internacional de 1972 en Estocolmo,
Suecia, hasta esta próxima que será en junio se ha pasado de la euforia del
1992, donde se forjó el corpus ambiental bajo el paraguas de las Convenciones
de Cambio Climático, Desertificación y Diversidad Biológica, hasta la
frustración en los nulos resultados en cuanto, por ejemplo, el calentamiento
global.Las estadísticas muestran que : 1.500 millones de personas
no tienen acceso a la electricidad; 2.500 millones carecen de servicios
sanitarios y otros 1.000 millones no tienen acceso al agua potable, mientras
que 25 países han perdido por completo su capa forestal.En un mundo donde se
prevé que para el 2050 tendrá 9.000 millones de habitantes, el 60 por ciento de
los cuales vivirá en ciudades, el cambio de paradigma productivo es urgente.“Hay algo que no está funcionando”,
explicó Santiago, pero alentó la posibilidad de que Río+20 sea la bisagra para ese cambio, aunque el diablo
metió la cola con la crisis financiera. El tiempo dirá si tiene razón.
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